¡Alto, lea y piense!

¡Alto, lea y piense!

 

Luego de que uno de mis hijos encontró la solución a un problema que implicaba conocimientos de diversa índole, su mamá impresionada bromeó con él preguntándole: "¿Cómo, dónde aprendiste a hacer todo esto, si yo nunca te lo enseñé?".
Su respuesta motivó este escrito: "Me enseñaste a leer", dijo.

En esta aparentemente sencilla contestación pude ver que para mucha gente, cada vez es menos importante leer para saber, y que personas de todos los niveles (Presidentes de países incluidos) opinan y deciden asuntos importantes sin realmente saber nada, sin haber leído nada respecto a los problemas u oportunidades que tienen enfrente, o lo hacen con información superficial, falsa o sesgada.

Cada vez hay menos personas que saben, investigan o conocen el fondo de lo que hablan. Ni siquiera leen o son capaces de analizar la información que reciben de terceros, para en consecuencia aceptarla o rechazarla, y menos si ésta es compleja y para entenderla requiere lecturas largas y sesudas.

Muchos creen además que todo lo que leen, o mejor dicho, todo lo que "googlean" es cierto o completo.

La flojera mental aunada a la inocencia (buena fe le llaman algunos) hace creer que lo que se despliega tras nuestros "clics" es información cierta y segura, sin saber que en muchos casos es el resultado de elaborados sistemas de algoritmos que de acuerdo con nuestra ubicación e historial de búsquedas hacen que tengamos a la mano determinado contenido.

Hace tiempo aprendí que no todo lo que se escribe se tiene que leer, no todo lo que se piensa se tiene que decir, y no todo lo que se lee o escucha se tiene que creer.

Por ello así como se ponen letreros de advertencia al acercarse a las vías de un tren que dicen "¡Alto, vea, oiga!", o leyendas que advierten determinados peligros como "Si toma no maneje" o "¡Fumar causa cáncer!", todos los libros, sitios y motores de búsqueda de Internet debieran tener leyendas en sus portadas advirtiendo el peligro de leer sin pensar, de leer mentiras, medias verdades o publicidad disfrazada de estudios serios que ponen en riesgo la salud o la cartera de incautos que la creen o la compran.

"¡Alto, lea y piense!" debieran advertir las portadas de todo libro, revista, periódico, noticiero, artículo de opinión, buscador o publicación en línea. ¡No todo lo que se lee es cierto! ¡Piense antes de creer! ¡Leer una sola opinión puede causar paranoia!, etcétera.

Algunos dirán que estas advertencias no tendrían lugar en cierto tipo de libros, como los de matemáticas por ejemplo, pero creo que la advertencia aplica a todos (Biblias incluidas) porque así como es cuestionable que un escrito sea "revelación divina", lo es que siempre y en cualquier circunstancia el resultado de 2+2 sea o deba ser 4. (Hay casos que tienen que ver con variables de último momento, o con asuntos de justicia humana, en los que resultados de 3.9 o 4.1 pueden ser más perfectos o justos que un ciego, rígido e insensible 4.0).

No obstante el peligro que entraña leer sin pensar, es preferible correr el riesgo de morir por sabiduría parcial que por ignorancia total.

Solo sepamos que los conocimientos, ese conjunto de información almacenada mediante la simple y superficial lectura, por sí solos son simples datos sin mucho valor cualitativo o pragmático.

Son dos cosas las que convierten a una persona ignorante o a una almacenadora de datos en una persona sabia: la experiencia (nombre que le damos a nuestros fracasos) y la introspección, esa mirada interior que se dirige a los propios actos o estados de ánimo, y que al final nos mueve a decidir o actuar de cierta manera, muchas veces en contra o a pesar de los datos duros, de las costumbres, de las tradiciones o inercias populares.

La introspección (pensar y sentir al mismo tiempo) debe ser un ejercicio obligado luego de cualquier lectura, de cualquier observación o experiencia, particularmente cuando decisiones importantes o el bienestar de terceros están en juego.

La sociedad actual tiende a pensar menos por sí misma y por lo tanto a creer más en lo que ve o en lo que le dicen. Esto explica mucho del reciente resultado electoral mexicano en el que políticos oportunistas lograron que el hartazgo nublara la sensatez, y la fe le ganara a la razón.

"Lo importante no es saber, sino que
hacemos con lo que sabemos".

Yo