Horas nalga
En la ampliamente comentada participación del periodista Jorge Ramos en la conferencia de prensa mañanera del pasado 12 de abril, el Presidente AMLO, en un equivocado argumento para justificar su estrategia (si es que se le puede llamar así a la decisión de no usar la fuerza pública para detener a quienes violan la ley) dijo que a diferencia de los anteriores Presidentes que no se levantaban temprano para atender el problema de la inseguridad y la violencia, él tiene una reunión con el gabinete de seguridad todos los días de seis a siete de la mañana, como si el hecho de trabajar mucho y desde el amanecer fuese garantía de resultados.
El mundo ya no funciona así. Lo importante hoy no es la cantidad de horas que dedicamos al trabajo, sino la calidad y eficiencia del tiempo invertido en ello.
Si todo se resolviera trabajando más horas, los ricos y exitosos serían los campesinos tradicionales, los repartidores de periódicos o los "workahólicos", y todos los problemas los podríamos solucionar con sólo poner -perdón por la inelegancia- "horas nalga" (así se le llama coloquialmente al tiempo improductivo, ausente de sentido y talento que muchas personas pasan frente a su escritorio sin realmente hacer o resolver nada).
Si no tengo para pagar la nómina, llego a la oficina más temprano, trabajo 14, 16 horas o ni siquiera duermo, y voilá!, ¡listo!, ¡ahí está!, problema resuelto.
Me apena decírselo a quienes trabajan mucho y logran poco o nada, pero un minuto de cerebro sirve más, produce mejores resultados y se paga mejor que una hora de "nalga". Esa es la diferencia entre talento y esfuerzo. Entre mente de obra y mano de obra. Entre jefe y subordinado. Entre un sueldo fijo y bajo, o un jugoso bono ligado a resultados.
Así como no se puede justificar un resultado pobre con un esfuerzo grande, no se puede culpar a otros (Administraciones anteriores) por la imposibilidad de lograr las metas propias.
Se reconoce siempre el esfuerzo, claro está, pero no basta, y lo que normalmente sigue a la falta de resultados es el despido, la revocación de mandatos.
En la vida profesional y empresarial, y con mayor razón en la administración pública, no puede aplicarse la analogía deportiva "lo importante no es ganar, sino competir", porque la vida no se resuelve compitiendo, sino ganando, aunque sean lugares secundarios.
Obviamente se requiere esfuerzo para el logro de metas y objetivos, pero lo único que al final cuenta es lo que ese esfuerzo consigue.
Creo que debemos darle un nuevo significado a palabras como esfuerzo y trabajo para que éstas sean entendidas como medios para el logro de resultados, pero no como medida de éxito.
Trabajar y esforzarse no basta. Que AMLO y su equipo trabajen desde las 5 de la mañana no significa ni es garantía de nada. Es más, trabajar en exceso puede ser hasta contraproducente. El exceso de trabajo detona una cadena de males que comienzan con cansancio y agotamiento físico y mental que llevan a sufrir una condición llamada "ceguera de taller" que impide "ver claro" o ver los problemas desde otro "ángulo".
Adicionalmente, como el trabajar más horas no significa necesariamente arreglar más problemas, la ineficacia hace que las responsabilidades y obligaciones se acumulen, lo cual produce frustración y ansiedad. El llamado "burnout syndrome" es una condición psicológica y física típica en los ambientes laborales con poca capacidad para responder a las necesidades de los expertos y profesionales que acaba con las expectativas motivadoras y provoca estancamiento, monotonía y renuncias.
Es un error, y las actitudes del nuevo gobierno sugieren que lo cometen, normalizar el exceso de trabajo bajo la creencia de que trabajar más horas y estar desbordado es lo que se debe esperar. Desde esta visión, tomarse un descanso es un acto irresponsable.
Por lo anterior, es aconsejable cambiar las "horas nalga" que la nueva Administración federal le invierte al País por "minutos cerebro", escuchando las voces de expertos, entendiendo que lo que importa son los resultados y no las horas dedicadas para tratar de obtenerlos, y que en éste como en muchos casos más, calidad es mejor que cantidad.
"La ignorancia y los prejuicios son malos consejeros".
Samantha Power