De abajo para arriba
No creo que pueda haber manifestaciones más serias, importantes y contundentes para el gobierno federal que las que hicieron el pasado lunes 10 gobernadores de la Alianza Federalista, y que en conjunto representan el 35% del PIB nacional, gobiernan el 31% de los estados y al 30% de los mexicanos.
Estos gobernadores, apoyados por sus respectivos legisladores, presidentes municipales, empresarios, académicos, científicos, etcétera, "cerraron filas" para exigir con respeto, pero con firmeza, un diálogo con el gobierno federal para revisar y acordar el presupuesto federal y recibir cuando menos lo mismo que antes recibían.
Las palabras del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, no tienen desperdicio: "Estamos aquí, orgullosos de ser mexicanos, y con la convicción de que lo seremos siempre. Pero ningún estado libre y soberano que tenga un mínimo de dignidad puede seguir siendo parte de una Federación cuando el gobierno de la República nos ignora, nos ataca, nos insulta y nos quita lo que nos pertenece.
"Estamos aquí reunidos para defender el presupuesto de Jalisco, el presupuesto que le corresponde (...) no pedimos más, pero no vamos a aceptar menos.
"Hoy Jalisco unido le dice al Presidente que no queremos pelear, pero tampoco vamos a permitir que nos atropelle. Estamos listos para dialogar y construir acuerdos, pero también estamos listos para dar la batalla jurídica y política si es necesario".
Debo decir que como jalisciense aplaudo la firmeza y claridad con la que el gobernador Alfaro plantea y defiende los intereses del estado.
La disposición al diálogo es manifiesta, la solicitud de revisión al presupuesto federal es procedente y la advertencia también.
Si lo que el Presidente busca con el presupuesto federal es beneficiar a los mexicanos que menos tienen, debe tomar en cuenta que en todos los estados y municipios del país hay pobres, y todos, independientemente de su ubicación geográfica, requieren apoyo y atención, y en todos los rincones del país hay necesidades inaplazables relacionadas con la salud, la educación e infraestructura para el desarrollo, y que son condiciones indispensables para generar riqueza, empleos bien remunerados y crecimiento. Pero además no todo tiene que ver con temas de salud, educación y crecimiento económico, también la cultura, las artes, el deporte, la investigación y la ciencia, requieren de presupuestos que permiten el desarrollo de talentos, tecnología y actividades de diversa índole que mejoran la calidad de vida presente y futura de todos.
Si los gobernadores de la Alianza Federalista logran tener un diálogo con el Presidente para revisar el presupuesto federal -lo cual y por el bien de todos espero ocurra- deberían proponerle un acuerdo que coadyuve a los objetivos de su gobierno, objetivos que al menos en el discurso, todos los días promete cumplir. Un acuerdo en el que los recursos federales que cada estado reciba se destinen prioritariamente a mejorar las condiciones de vida de los más pobres de sus respectivos municipios, y en un proceso administrativo eficiente y de total transparencia que evite el desvío y la corrupción. Con un convenio así, cada entidad federativa colaboraría para lograr los dos principales propósitos de la 4T: atender primero a los pobres y acabar con la corrupción. En este caso, de abajo para arriba y no de arriba para abajo. Desde cada uno de los municipios hasta abarcar todo el país.
Veámoslo de esta manera: las necesidades de los pobres que viven en los estados más prósperos son igual de apremiantes que las de los pobres que viven en estados menos desarrollados.
Ninguna carencia o enfermedad es más imperiosa que otra, y cuando se sufre las lágrimas son las mismas.
Se trata de cerrar filas para juntos dar la batalla a la pobreza, a la marginación y a la corrupción, y no para defenderse de un gobierno federal que al tiempo que se autonombra como el único paladín válido de los pobres, ataca, insulta y discrimina a estados y municipios gobernados por partidos diferentes al del Presidente.
La única razón por la que el gobierno de la República se negaría a un acuerdo así, de abajo para arriba, sería que el objetivo es darle un uso discrecional-electoral, opaco-corrupto al presupuesto federal conformado por los impuestos que todos pagamos.
"El bienestar general no existe,
es una idea abstracta que nace
del bienestar individual".
Yo