Pres(id)ente

Pres(id)ente

Una de las cosas que diferencian a los humanos de los animales es la capacidad que tenemos para pensar en el pasado y en el futuro. Contamos historias, soñamos, imaginamos cosas sobre nosotros y sobre los demás, y dedicamos mucho tiempo a ello, tal vez demasiado, en lugar de ocuparnos más del presente.

El psicólogo evolutivo Thomas Suddendorf dice que los humanos "tenemos una necesidad fundamental de unir nuestras mentes para aprovechar las experiencias, las reflexiones y lo que imaginan los demás para guiar nuestro propio comportamiento. Unimos nuestras mentes en redes más grandes de conocimiento. Esto a su vez contribuye a que podamos acumular información a través de las generaciones. Somos las únicas criaturas que intentamos entender de dónde venimos. Miramos más que ningún otro animal al pasado y al futuro lejano".

Es importante y está bien dedicar tiempo a pensar en el pasado y en el futuro, pero siempre que eso no inmovilice nuestro presente. De nada sirve, más allá de romanticismos y sentimientos de nostálgicos o de participar en interesantes disertaciones filosóficas, si la historia, las experiencias pasadas y las nuevas ideas no se traducen en acciones que mejoren nuestra realidad cotidiana o encaminen a lograr o a evitar, según sea el caso, el paraíso o el infierno imaginados.

Y si hay alguien que dedica la mayor parte de su tiempo a hablar del pasado y del futuro, dejando el presente en lugar secundario, es nuestro Presidente. Para él, el pasado, particularmente el "neoliberal", solo sirve para justificar su existencia política. Las malas experiencias anteriores sirven solo de argumento para la venta permanente de esperanzas y promesas de un mejor futuro que nunca llega porque es "boicoteado" por la oposición.

Lo malo de ese discurso es que solo funciona para mantener popularidad, mas no para mejorar la realidad.

Siempre ha sido más fácil vender proyectos que realidades. ¿Por qué?, porque mientras la realidad siempre es imperfecta, defectuosa o insuficiente, los proyectos usan a su favor la imaginación, las expectativas y el optimismo de la audiencia que, al ser por lo general neófita, desconoce las dificultades, los métodos y requisitos para llevarlos a cabo exitosamente.

El problema de vender proyectos ambiciosos es que los entregables cumplan las expectativas. El problema del sueño de la 4T es que su ejecución es tan defectuosa, desviada o incompleta, que cae en el terreno del engaño o la decepción.

Si hubiera una procuraduría del consumidor en materia de promesas políticas, habría materia para demandar la rescisión del contrato y exigir la devolución de los votos.

Los únicos que pueden hablar más del pasado y del futuro que del presente son los políticos en campaña. A los gobernantes en turno les toca hablar, vivir y actuar eficazmente en el presente.

Tenemos un gobierno del futuro, anclado en el pasado e indolente del presente: vamos a generar millones de empleos, vamos a crear 100 universidades; vamos a atender las causas de la inseguridad; vamos a vender el avión, va a haber bienestar, vamos a acabar con la corrupción; no van a faltar las medicinas, vamos a garantizar a los mexicanos atención médica y medicamentos gratuitos; vamos a vencer al Covid; va, van, vamos... (vamos bien).

Y cada vez que se presenta un problema, se hace un reclamo o se culpa al pasado, lavándose así las manos y evadiendo la responsabilidad por los problemas presentes: un sistema de salud rebasado, la inseguridad al alza, el número de pobres en aumento, la misma corrupción con nuevos actores, desempleo y desconfianza para la inversión, etcétera.

La única realidad es nuestro presente, el cual nuestro pres-id-ente ignora.

En medio de una crisis sanitaria y económica sin precedentes, de nada sirven referencias al pasado ni discursos del futuro. Hablemos solo del presente y de cómo mejorarlo, porque como insensiblemente dijo la directora de la Conagua en relación a las inundaciones en Tabasco: aquí nos tocó vivir. Aquí y ahora, no allá, ni ayer, ni mañana.

Si el pasado es causa del presente, el futuro es su consecuencia.

Yo