Conmigo o contra mí

Conmigo o contra mí

No hay frase más antidemocrática que la de "estás conmigo o estás contra mí". Quien se comunica en estos términos sólo muestra intransigencia y nula disposición al diálogo; desdeña la pluralidad de ideas y creencias, y apuesta a favor de la exclusión, la discriminación, la división y la polarización.

Expresiones extremas como "tómalo o déjalo", "aquí no hay medias tintas", "conmigo o contra mí" marcan el fin de cualquier negociación o diálogo.

Y lo malo no es que alguien decida libremente tomar partido o alinearse a uno de los extremos planteados, sino que cuando las cosas se ponen de esa manera, los no alineados se convierten en enemigos, aunque luego se trate de suavizar posturas utilizando el eufemismo de "adversarios".

Personajes que en el tiempo han recurrido a este tipo de comunicación radical son por ejemplo:
 
Vladimir Lenin: "Cada hombre debe elegir entre nuestro lado o el otro lado".

Adolf Hitler: "Ante Dios y el mundo, el más fuerte tiene el derecho de hacer prevalecer su voluntad"; Fidel Castro: "Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada"; Jesucristo: "El que no está conmigo está en mi contra"; y recientemente López Obrador diciendo: "O se está por la transformación o se está en contra de la transformación".

(Cualquier similitud del Presidente con un mesías o un dictador es mera coincidencia).

La democracia se fundamenta en la pluralidad y en la aceptación de las ideas de otros dentro del marco de la ley. En ese sentido, la pluralidad democrática es sinónimo de libertad.

Si ser liberal significa ser partidario de la libertad, ser inclusivo, tolerante y respetuoso de las opiniones y costumbres de los demás, no entiendo por qué el presidente López Obrador, que se define a sí mismo como un demócrata liberal, califica de conservadores a todos los que pensamos diferente o expresamos opiniones contrarias a las suyas.

Tal vez el error de juicio que estamos cometiendo es pensar que tenemos a un Presidente democrático, cuando lo que tenemos es a un dictador oculto que llegó al poder por la vía democrática.

Eso explicaría por qué todos los ciudadanos que respetuosamente y con fundamentos criticamos muchas de sus decisiones y políticas públicas, lejos de ser respetados y valorados, somos despreciados, insultados y sometidos a burlas y escarnios.

Somos, de acuerdo al principio de lógica de Aristóteles, los "terceros excluidos". Según este principio, también conocido como tertium non datur (una tercera cosa no se da), si existe una proposición que afirma algo (ej. es blanco) y otra que lo contradice (ej. es negro) solo una de las dos debe ser verdadera, y por lo tanto una tercera opción no es posible (no puede haber grises).

En la lógica presidencial estamos excluidos los ciudadanos honestos que queremos reducir la pobreza de millones de mexicanos y acabar con la corrupción, pero criticamos los métodos y políticas públicas de la 4T con las que se pretenden lograr esos objetivos.

Lo que quiere AMLO no es propio de una democracia participativa. Pretende que lo apoyemos sin cuestionar nada de lo que dice y hace. Como si sus caprichos y deseos fuesen dogma de fe. Ya lo dijo, o estamos con él o estamos en su contra. No hay lugar para medias tintas. Los colores y matices no tienen cabida en la 4T.

Con este tipo de planteamientos, el Presidente pone a los ciudadanos que pensamos diferente y tenemos opinión propia en una posición imposible: si criticamos somos unos corruptos conservadores que lo único que queremos es mantener privilegios, y si callamos somos pendejos.

No está bien que al Presidente de un país democrático le moleste la crítica y ataque a los opositores. La democracia es precisamente el sistema liberal que protege la libertad de expresión, de pensamiento y de creencias, y permite tener aspiraciones mayores a las de una vida austera o de simple supervivencia alimentaria, y sin por eso ser tachado como enemigo del pueblo, y perseguido por ello. En la absurda lógica de la 4T, no es posible ser al mismo tiempo liberal, opositor, exitoso y honesto. Sin embargo, y muy a pesar del Presidente, este tipo de mexicanos existimos y merecemos respeto y consideración.

Un conservador coarta libertades, un liberal las conserva.

Yo