Clases socio-éticas
Cuando el Presidente despreció a la clase media del país calificándola de "aspiracionista" por buscar triunfar a toda costa, sin escrúpulos morales de ninguna índole, cometió el grave error de generalizar, confundiendo además las legítimas aspiraciones a una mejor calidad de vida, y que por naturaleza toda persona tiene, con las preferencias electorales.
La enorme mayoría de los mexicanos, sean de clase media, baja o alta, sí, buscan progresar y lograr determinadas metas, incluidas por supuesto las económicas, pero pocos son los que lo hacen sin escrúpulos, a como dé lugar.
Parece que para el Presidente, los únicos mexicanos con escrúpulos y valores morales son los pobres (siempre y cuando voten por él), como si los escrúpulos desaparecieran en el momento en el que gracias al trabajo honesto la condición de pobreza es superada.
Los escrúpulos, ese discernimiento de la conciencia que precede a la acción y que nos impide hacer algo que es considerado malo, incorrecto, ilegal o falso, no es un asunto de niveles económicos, es un asunto de principios, de reglas y normas de carácter universal, de valores éticos, morales y cívicos y de responsabilidades personales que orientan las acciones.
Estoy convencido de que, para la enorme mayoría de los mexicanos, pertenecientes a la clase económica que sea, el fin no justifica los medios, como sugiere el Presidente al decir que buscamos triunfar a toda costa.
Así como hay personas pobres decentes, rectas y honorables, las hay corruptas, inmorales y criminales. Y de la misma manera con las ricas, las hay decentes, rectas y honorables, y las hay corruptas, inmorales y criminales.
Las mal llamadas "clases sociales" son una forma de estratificación social basada solo en valores económicos, no en valores éticos. En ese sentido, es igual de deleznable un delincuente de "cuello blanco" que uno de "camiseta".
La división de "clases" atiende a las diferencias de ingresos, riquezas y acceso a recursos materiales, en las que un grupo de individuos comparten características comunes que los vinculan sea por su poder adquisitivo, por la posición dentro de las organizaciones sociales o por intereses u objetivos comunes que refuerzan la solidaridad interpersonal.
Esta manera de valorarnos más por lo que tenemos que por lo que somos ha provocado profundas divisiones sociales y discriminación.
Dadas las circunstancias por las que el mundo atraviesa, y particularmente en países como México, en los que las desigualdades económicas y las divisiones sociales son enormes, las clases "socio-económicas" debemos verlas y considerarlas válidas solo para fines comerciales o estadísticos.
Para fines sociales y educativos, debemos medirnos y clasificarnos de otra manera, en función del respeto a las leyes, a los derechos humanos y a la convivencia armónica, y en función a la contribución individual y familiar al combate a la corrupción y a la violencia.
Es necesaria una nueva estratificación social que no tenga que ver con dinero, con poder adquisitivo o calidad de vida material, sino con conductas éticas, morales y cívicas, de manera que en lugar de dividir a la población en clases "socio-económicas" como se ha hecho hasta ahora, la dividamos en clases "socio-éticas", en las que nos clasifiquemos por el tipo de conductas sociales y no por el nivel de economías individuales o familiares.
En otras palabras: "necesitamos unirnos por lo humano, en lugar de dividirnos por lo material".
Si así lo hacemos, para pertenecer a la clase socio-ética alta, lo que se necesita son conductas de alto valor ético, moral y cívico, lo cual está en nuestras manos.
Nosotros mismos nos podemos aumentar el "sueldo moral" y colocarnos en la parte más alta del organigrama social. Y una vez ahí, nos daremos cuenta de que hay personas con valores y principios equivalentes a los nuestros y que hasta hoy solo conocemos y apreciamos en quienes tienen economías similares a la nuestra.
Una nueva estratificación de la sociedad basada en conductas éticas, morales y cívicas, servirá además para reducir el resentimiento social motivado por las diferencias económicas, para descubrir valores comunes y para despertar sentimientos de solidaridad entre personas y grupos hasta ahora recíprocamente discriminados, divididos o despreciados.
"Más vale ser rico y sano que pobre
y enfermo".
Yo