Lenguaje 'pistolizado'

Lenguaje 'pistolizado'

Comienzo por el final del tema que hoy quiero tratar: las palabras y sus significados se están usando como armas de destrucción (social) masiva. El lenguaje se ha "pistolizado".

A diferencia de las armas de fuego, que sólo sirven para atacar o defenderse en guerras físicas, las palabras sirven en otro tipo de guerras, mucho más perversas y duraderas que las físicas: las guerras ideológicas y culturales.

Con palabras convertidas en armas de alto poder se agrede, ofende e insulta, se forman bandos, ejércitos políticos, sociales y morales; con ellas se crean banderas, se señala y etiqueta despectivamente a personas y grupos.

Algunos ejemplos de palabras y asuntos "pistolizados" son: género, aborto, ateo, derechos humanos, feminismo, vacunas, pena de muerte, educación laica, legalización de drogas, populismo, AMLO, Trump, etcétera. Estas palabras son como bombas de nitroglicerina que al menor movimiento social explotan.

Lo malo de las guerras ideológicas, lo malo de este modo maniqueo, fanático e intolerante de hacer política reduciendo todo a "blanco o negro", a estar "a favor o en contra" de algo o de alguien, es que todos, queramos o no, terminamos involucrados. A todos en algún momento nos roza o hiere una bala lingüística, obligándonos a tomar partido, a formar parte de algún bando y salir en defensa de nuestras convicciones.

Una muestra de esto es la guerra ideológica recientemente gestada en Estados Unidos alrededor y en contra de la palabra "woke", cuyo significado ha sido distorsionado y utilizado por políticos de extrema derecha para ganar votos en las próximas elecciones.

El término "woke" es una derivación de la frase "stay woke" (permanecer alerta), lema del movimiento "Black Lives Matter" que nació en respuesta a la brutalidad policiaca en contra de la comunidad afroamericana (no digo "negra" porque esta palabra es una de las "bombas" sociales de alta explosividad).

Hoy el término "woke" ha tomado significados más amplios y se refiere a personas "despiertas", socialmente responsables y activamente atentas a problemas de justicia social o de discriminación.

Sin embargo, y por increíble que parezca, políticos republicanos de extrema derecha en Estados Unidos, como el gobernador de Florida, Ron DeSantis, se oponen y han declarado literalmente la guerra a todas las personas con esta conciencia social. Si pudiera resumir su discurso a una idea básica, esta sería: "Hay ya demasiada justicia social, son ya demasiadas las consideraciones a las minorías raciales, religiosas o sexuales, hay que parar esto".

Y en el centro de esta guerra ideológica está la educación sexual, la identidad de género y los derechos de la comunidad LGBT.

En este tema, el gobernador DeSantis usa como ejemplo a la nadadora transgénero Lia Thomas, diciendo con razón que "está mal que un nadador compita primero en el equipo de hombres, luego se cambie al equipo de mujeres y gane el campeonato nacional de mujeres". Eso es fraude.

Estoy de acuerdo con ello, pero la solución del gobernador de Florida es absurda. El problema se podría resolver simplemente actualizando las reglas de competencia, para que quienes compitan en equipos deportivos de hombres o de mujeres, lo hagan con base en las características físicas con las que nacieron, y no con las que posteriormente descubrieron o adoptaron. Sin embargo, la solución que propone, y que más bien es la bandera de una guerra ideológica, es eliminar de la educación pública el tema de la homosexualidad.

Un problema de reglas deportivas no se resuelve ocultando realidades, censurando o coartando derechos humanos. Me parece perverso y ruin distorsionar los sentimientos de solidaridad, los derechos humanos y las palabras que los representan como armas ideológicas para polarizar, dividir a la sociedad e instigar a la discriminación, sólo para ganar votos.

Me parece importante hablar de esto porque en México estamos inmersos en una guerra ideológica en la que la manipulación de la justicia social y los resentimientos jugarán un papel fundamental en las campañas políticas del 2024. El objetivo a destruir es el conocimiento, la verdad, la democracia, el éxito y progreso individual. Su única defensa es el voto.

"En el populismo, la justicia ciega se vuelve tuerta".

Yo