La 'condición humana'

La 'condición humana'

En una conversación acerca de las atrocidades que ocurren en México y en el mundo entero, cuando los ahí presentes nos preguntábamos ¿qué es lo que lleva a una persona a reaccionar de manera irreflexiva, a dar rienda suelta a sus instintos animales, a engañar, a robar, a asesinar...?, surgió una respuesta que en principio parecía responderlo todo: la "condición humana".

Pues no. Para mí ninguna conducta nociva o destructiva, y que en algunos casos es peor que la de los animales, es "condición humana".

Si los humanos nos definimos como "animales racionales", la condición humana sería, en todo caso, la parte "racional" de esa definición, la cual tiene que ver con la capacidad de autocontrol con la que gestionamos nuestros sentimientos y comportamientos para expresarlos de manera civilizada y poder convivir con otras personas. Vaya, hasta los animales se consideran "civilizados" cuando responden a procesos de domesticación y dejan en algún grado su lado salvaje.

Aceptar la "condición humana" como un instinto incontrolable, es para mí el abandono de la civilización.

Yo no coincido con la idea que algunos sostienen, de que tenemos un "cerebro reptiliano" capaz de dominar nuestro, llamémoslo así, "cerebro civilizado". Como bien lo apuntó Pablo Castañeda en un artículo del sitio Smart Sapiens: "El cerebro reptiliano es el neuromito que más probabilidades tiene de encontrarse en cualquier conversación de coaching, educación o neuromarketing".

Si bien las emociones pueden llegar a dominar el pensamiento racional o la lógica, esto solo ocurre (y no siempre) en situaciones de estrés o conflicto extremas.

A pesar de la cantidad de actos violentos a los que cada vez con más frecuencia estamos expuestos, la vida moderna no exige que nos juguemos el pellejo cada vez que salimos a la calle, como si fuera la época de las cavernas. La lucha diaria hoy no es por la sobrevivencia física, sino por la sobrevivencia económica, no es por la vida misma, sino por su calidad. Nuestra "condición animal" evolucionó. La caza se transformó en trabajo, la fuerza bruta en leyes y educación (menos bruta), las palabras, los sonidos y las cosas, en ideas, música y arte.

Pero no todo es positivo. A la par de lo anterior, los humanos adquirimos muchas otras conductas indeseables, unas que afectan a la humanidad entera, como las ambiciones de poder que provocan guerras, destrucción y todo tipo de conflictos, y otras totalmente banales o hedonistas: hoy los humanos bebemos sin sed y comemos sin hambre.

Uno de los diálogos del sitio SmartSapiens (dedicado a la neurociencia) menciona que "la idea de que las emociones están 'pre-cableadas' en un cerebro reptiliano y se desencadenan automáticamente ante estímulos específicos, ya no es respaldada por la mayoría de los neurocientíficos. La evidencia actual apoya la teoría de las emociones construidas, es decir, que las emociones no están preprogramadas en nuestro cerebro, sino que se construyen en el momento mediante el procesamiento de diferentes 'ingredientes' por redes cerebrales completas, dando lugar a sentimientos experimentados conscientemente".

Estudios de neurobiología demuestran que las emociones son conceptos que aprendemos a lo largo de nuestras vidas, y que por extraño que parezca, podemos "domarlas" aprendiendo nuevas palabras (lo que no se nombra no existe), desarrollando un vocabulario emocional que permita reconocer y experimentar una gama más amplia de emociones y moldear nuestros patrones de conducta.

Este aprendizaje emocional puede ocurrir al aprender el significado de palabras y expresiones que solo existen en otros idiomas, verbigracia: desbundar, en portugués, significa despojarse de las inhibiciones para divertirse; natsukashii, en japonés, significa una especie de anhelo nostálgico por el pasado mezclado con felicidad por el recuerdo; jutzpa, en hebreo, se refiere a un tipo de actitud que puede ser buena o mala, pues por un lado significa descaro, insolencia o arrogancia, y por otro el tener agallas increíbles.

Tener un vocabulario amplio, hablar otros idiomas y conocer otras culturas no solo ayuda a identificar las emociones, sino a desactivar reacciones negativas o violentas que afloran por no tener herramientas cognitivas suficientes para procesarlas.

"Somos lo que sentimos".

Yo