Patente de corso

En 1917, la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos establecía que una de las facultades del Presidente era conceder "patentes de corso" con sujeción a las bases fijadas por el Congreso.

Para los que no lo sepan, la patente de corso era un documento que en la Edad Media y hasta la Edad Moderna las autoridades de un territorio entregaban al propietario de un navío, y con el cual tenía permiso para atacar barcos y poblaciones de naciones enemigas.

Durante mucho tiempo fue la mejor opción que las naciones tenían para proteger costas y transporte marítimo.

Lo anterior viene a cuento porque para mí, la política de "abrazos, no balazos" del presidente López Obrador es una patente de corso "de facto" para que la delincuencia y el crimen organizado no solo ataquen y asesinen a quienes les venga en gana, sino para operar impunemente una infinidad de negocios criminales que van desde el consabido narcotráfico, hasta las extorsiones, secuestros, cobros de piso, huachicol, etcétera.

Por ello el sexenio de López Obrador tiene el récord de ser el más violento de la historia reciente de México.

En el periodo de Vicente Fox hubo 60 mil 162 homicidios; en el de Felipe Calderón 121 mil 613, y en el de AMLO, hasta el corte del 5 de mayo pasado, iban 186 mil 138, lo que significa 95 homicidios al día en promedio, uno cada 15 minutos.

La manera en que el Presidente justifica su inocultable fracaso en materia de seguridad es ya de risa.

"No hay más violencia, lo que hay son más homicidios", dijo.

¿Se puede acaso asesinar sin violencia? ¿Acaso las masacres ocurren en un clima de paz y tranquilidad?

El Presidente reconoce que las cosas están peor que antes, cuando dice que "donde nos ha costado más trabajo es en homicidios porque se crearon bandas durante el periodo neoliberal". ¿Le ha costado más trabajo aumentar la cantidad de muertos? La realidad es que AMLO ha tenido casi seis años para combatir a esas bandas heredadas, y lejos de ver una reducción de su poder, (las bandas) han crecido y diversificado su campo de acción criminal como nunca antes.

Más bien podemos decir que si las bandas criminales se crearon en el "periodo neoliberal", durante el gobierno de AMLO se fortalecieron.

En el sexenio más sangriento de la historia, quienes le crean al Presidente que la violencia en el país ha disminuido es porque están negados a ver la realidad y no ven falla alguna en la gestión de su tlatoani.

El Presidente combate al crimen con palabras y frases pegajosas, no con acciones. Cada vez que se le cuestiona al respecto, repite que "la violencia no se combate con violencia", a diferencia de sus opositores "que quieren resolverlo todo con la fuerza".

Está más que claro. AMLO decidió no enfrentar a los criminales, dejándonos a todos a merced de ellos, y lo más probable es que haya sido no por pacifista (el remedo de Gandhi que cree ser) sino por cómplice. Dice que "ataca las causas", pero lo hace sin aplicar la ley y sin castigo a los delincuentes y corruptos, con dádivas mensuales a jóvenes que no hacen nada, esperando que por un par de miles de pesos al mes decidan retirarse de actividades delictivas que les dan mucho más que eso todos los días.

La verdad es que con una tasa de impunidad en el país que ronda el 99 por ciento, es mucho más rentable violar la ley que respetarla, sobre todo para quienes menos recursos, preparación y oportunidades tienen.

Para mí, el camino para algún día tener en niveles "tolerables" las actividades delictivas (que siempre van a existir) tiene dos vías: por un lado, reducir considerablemente la impunidad, lo cual significa abandonar los abrazos para cambiarlos por la aplicación de la ley y el uso legítimo de la fuerza pública (leyes y balas necesarias) y por otro, la creación de un sistema de educación pública de calidad, medible y con programas de estudio novedosos que permitan a las nuevas generaciones competir exitosamente con el mundo entero, y por supuesto, libre de ideologías y adoctrinamientos populistas como los que hoy quieren inculcar con la llamada Nueva Escuela Mexicana.

No hay de otra. Lo que toca hoy es aplicar la ley a rajatabla y usar la fuerza pública para hacerla valer, y sembrar en la niñez mexicana semillas de conocimiento y comportamientos cívicos y éticos cuyos frutos se cosecharán mañana.
 
"La ley es letra muerta cuando se viola sin consecuencias".

Yo