La tierra prometida

El triunfo de la ultraderecha chilena en las recientes elecciones de aquel país se dio no por ideologías políticas, sino por mero pragmatismo de los ciudadanos que vieron afectados sus intereses debido, principalmente, a una crisis de seguridad reflejada en aumento de la delincuencia y violencia urbana, y por el fracaso económico de un gobierno de izquierda radical, cuyas políticas generaron inflación y desempleo.
Cuando se le preguntó a la presidenta Claudia Sheinbaum su opinión al respecto, dijo que ella no creía que esto (que la derecha gane elecciones) se vaya a dar en México, porque hay "mucho apoyo popular", porque "estamos cumpliendo" y porque "no hemos traicionado lo que nos comprometimos", dijo.
Concuerdo en que la pretenciosamente llamada 4T, si bien se ha reducido, todavía tiene mucho apoyo popular, pero en cuanto a que están cumpliendo y no han traicionado lo que prometieron, no creo que sea así.
Basta releer el discurso pronunciado por López Obrador al tomar posesión como Presidente el 1 de diciembre del 2018 para darnos cuenta de que la promesa de un México sin corrupción, con salud, seguridad, educación, desarrollo y justicia para todos no solo no se ha cumplido, sino que en muchas áreas hemos retrocedido, e infinidad de hechos contradicen los principios que sustentaban esos ideales.
La promesa de crear un "oasis" de bienestar a un pueblo oprimido por desigualdades históricas se ha ido desvaneciendo poco a poco.
AMLO y sus discípulos crearon un espejismo seductor en el que México se ve como la "tierra prometida" bíblica en medio de un desierto de necesidades y expectativas.
Pero la verdad es implacable. La visión etérea de un paraíso mexicano fértil del que fluirían ríos de leche y miel y en el que el pueblo hallaría descanso y prosperidad se esfuma al primer roce con la realidad.
Menciono a continuación algunas de las promesas e ideales representativos del idílico discurso de toma de posesión de AMLO. Al leerlas, cada uno medite si luego de enfrentar durante 7 años los golpes de la realidad, nos hemos acercado y vamos rumbo a la "tierra prometida" o no: "Se acabará con la corrupción y con la impunidad; quien utilice recursos públicos o privados para comprar votos y traficar con la pobreza de la gente, o el que utilice el presupuesto para favorecer a candidatos o partidos, irá a la cárcel; no aumentarán los precios de los combustibles más allá de la inflación; tampoco vamos a endeudar al país; ya no habrá más corrupción ni influyentismo en negociaciones con empresas particulares; habrá Estado de Derecho, reglas claras, crecimiento económico y habrá confianza; mantendremos buenas relaciones con todos los pueblos y gobiernos del mundo...".
Por razones de espacio, no puedo mencionar todo lo prometido, ni muchas de las cosas que si bien se hicieron, unas fueron un fracaso rotundo (como el sistema de salud y abasto de medicamentos, o el Tren Maya, o la refinería Dos Bocas, o el AIFA...), otras sin duda han sido exitosas, como el incremento al salario mínimo y la temporal reducción de la pobreza (los métodos utilizados y endeudamiento requerido no es sustentable en el tiempo) y otras más que fueron un engaño total, como la estrategia de seguridad de "abrazos, no balazos", que lo único que logró fue aumentar el número de muertos y el poder del crimen organizado.
Pero lo que en mi opinión más nos aleja de la "tierra prometida" son las reformas constitucionales llevadas a cabo de una manera traicionera y que socavan los cimientos de la democracia, como la Reforma Judicial que debilitó la independencia del Poder Judicial; la de la Guardia Nacional, que militarizó el orden público, y la que eliminó los órganos autónomos, erosionando los contrapesos que protegen libertades y obligan a la rendición de cuentas.
Todo esto hará que tarde o temprano, le guste o no a la Presidenta, el pueblo de México se dé cuenta que los gobiernos radicales de izquierda al final lo único que producen es pobreza, y opten por apoyar personas y partidos mucho más moderados y democráticos. El péndulo ideológico puede estar inclinado a cualquier lado, a la derecha o a la izquierda. Lo importante, en mi opinión, es que nunca toque los extremos, que la tierra prometida está en medio.
Hasta enero. Felices vacaciones.