Usos y costumbres

La semana pasada los habitantes del municipio de Bolaños, en Jalisco, decidieron cambiar su régimen de gobierno, dejando atrás el sistema de partidos políticos y pasar al de usos y costumbres. De aprobarse en el Congreso, Bolaños se convertiría en el primer municipio de Jalisco que elegirá a sus representantes con base en usos y costumbres. Y esto no es novedad: el 17.2 por ciento de los 2 mil 478 municipios que hay en México eligen a sus presidentes municipales a través de un régimen de usos y costumbres.

Para los que no lo sepan, los usos y costumbres de los pueblos indígenas son un conjunto de normas, prácticas, conocimientos y creencias transmitidos de generación en generación que rigen la vida comunitaria y abarcan todo lo relativo a su organización social, división del trabajo, propiedad de la tierra, impartición de justicia, resolución de conflictos, así como aspectos culturales relacionados con la lengua, la música y danza, la artesanía, la alimentación, la medicina tradicional, etcétera.

Si bien los usos y costumbres son fundamentales para mantener la identidad y raíces culturales de los pueblos indígenas, esta forma de vida tiene variadas desventajas: una importante brecha educativa, falta de acceso a servicios básicos de salud y oportunidades de desarrollo económico y social, además de que algunas "costumbres" vulneran derechos humanos fundamentales, principalmente de las mujeres y niñas.

Basta saber que el matrimonio infantil en las comunidades indígenas sigue siendo una práctica generalizada. Hoy, una de cada cinco niñas es dada en matrimonio, despojándolas de su niñez, exponiéndolas a riesgos de violencia, embarazos precoces, abandono escolar y pobreza, y en muchos casos son utilizadas como moneda de cambio para saldar deudas o rencillas.

Cabe hacer notar que todos estos problemas ocurren también en comunidades indígenas que tienen gobiernos emanados de partidos políticos, lo que demuestra que éstos no son garantía de nada.

No obstante lo anterior, el que los candidatos a ocupar el puesto de presidente municipal sean propuestos por los propios ciudadanos y no por los partidos me parece una idea interesante que podría replicarse en otros municipios no necesariamente indígenas.

Sería una manera de restarles poder y hacer a un lado a los partidos políticos, que han dejado de representar los verdaderos intereses ciudadanos y pasado a representar intereses personales o partidistas, distorsionando los principios básicos de la democracia.

¿Quién mejor para seleccionar un candidato idóneo para dirigir una comunidad que sus propios habitantes? ¿Quién conoce mejor los valores, principios y trayectoria de una persona que los vecinos con los que ha convivido toda la vida?

Además, si comparamos los usos y costumbres de los partidos políticos, con los de las comunidades indígenas, creo que en muchos sentidos son peores. Sus prácticas y todo lo que se han acostumbrado a hacer para acceder al poder y mantenerse en él son contrarios a su razón de ser. Seleccionan e imponen como candidatos no a los más honestos, sino a los mayores cómplices; legislan, asignan contratos y se reparten puestos en negociaciones oscuras; sus tradiciones -que son preservadas y transmitidas sexenio tras sexenio- son la corrupción, la extorsión, el abuso de poder, la impunidad y el nepotismo. La economía de los partidos y la de sus más destacados miembros está basada en cuotas, desvío de recursos y contubernios; su sistema de justicia es el fuero; sus mayores conocimientos son la trampa y las mañas; sus ritos son las tomas de protesta y los discursos heroicos; sus recintos ceremoniales son los palacios de gobierno y las sedes del Congreso; su arte es la manipulación y su lengua, la mentira.

Terminamos siendo gobernados por maleantes no por fallas del sistema electoral, sino porque el procedimiento actual de selección de candidatos está controlado por partidos que deciden quién va en las boletas con base en una combinación de complicidades, impunidad, capacidad de control y probabilidades de triunfo.

Creo que nos iría mejor a todos con un sistema ciudadano de selección de candidatos, no porque el pueblo como tal sea "sabio", sino porque los pobladores de una comunidad son los que mejor conocen a su gente.

"El que manda no es el que está
en la silla, sino el que lo puso en ella".

Anónimo