87%

Tener éxito significa obtener un resultado deseado o superar las expectativas. Implica haber hecho una predicción y comparar el resultado contra ella.

Fue un éxito, dijo la presidenta Claudia Sheinbaum al referirse a la elección judicial del pasado domingo en la que, según los conteos publicados, participó apenas el 13% de los 99.7 millones de personas que conforman el padrón electoral.

Sin embargo, creo que la manera como debemos ver este porcentaje y que refleja mejor la realidad y la opinión pública de la elección judicial es al revés: el 87% de los mexicanos no participó.

A este abrumador porcentaje, que es una mezcla de repudios, complejidades e indiferencia, habría que sumarle los cientos de miles de participantes que si bien asistieron a las urnas, lo hicieron para anular deliberadamente su voto, con lo que el porcentaje de abstencionismo bien podría superar el 90%.

Cuando se convoca a un evento de cualquier tipo, sea una reunión social, una conferencia, o una fiesta democrática (como metafóricamente se les llama a las elecciones) y el 87% de los convocados no asiste, el evento no se puede calificar como exitoso, sino como un rotundo fracaso que obliga a los organizadores a entrar en procesos de autocrítica y revisión de lo ocurrido, centrados más en las razones de los ausentes que en las de los asistentes.

Para la Presidenta, la elección judicial fue un éxito porque su objetivo principal era otro.

El objetivo de esta elección-faramalla judicial no era lograr una participación copiosa, sino cumplir el trámite indispensable para validar en las urnas el triunfo de candidatos sembrados y electos con votos inducidos, boletas ininteligibles y escrutinio controlado.

El éxito al que la Presidenta y todos los dirigentes de Morena se refieren no es al de la jornada electoral en sí (es obvio que fue un fiasco), sino al éxito estratégico que significa la consumación del control del Poder Judicial y la desaparición de los organismos autónomos.

A partir del próximo 1 de septiembre, fecha en que los jueces "ganadores" rendirán protesta ante el Senado de la República y entren en funciones, la ley será la ley -siempre y cuando ésta no se contraponga a los intereses del partido o amenace la impunidad de los funcionarios y protegidos del gobierno. Si así fuera, y como ha sido desde que Morena obtuvo artificialmente la mayoría calificada en el Congreso, la ley se modificará cuantas veces sea necesario para acomodarla a sus intereses y mantener a raya a los opositores.

Las opiniones críticas, las manifestaciones que a su criterio sean irrelevantes o puedan ser controladas, serán no solo toleradas, sino utilizadas como prueba de que en este país la libertad de expresión se respeta y los derechos democráticos fundamentales están garantizados.

Esta elección -se haya quejado quien se haya quejado, haya votado el 1% o el 13%, "haiga sido como haiga sido"- completa la fase de control total de los Poderes de la Unión y de los organismos autónomos, y que es parte fundamental del plan que Morena ha establecido para garantizar su permanencia en el poder y hacer lo mismo que antes hizo el PRI: una dictadura de partido, esta vez recargada y con esteroides.

Vista así, coincido con la Presidenta: la elección judicial fue un éxito. ¡Bravo! Lo lograron. Su impunidad está garantizada.

Si algo cambiarán de cara las siguientes elecciones judiciales (2027), seguramente será que simplificarán procesos y mejorarán las formas, pero no porque se quiera tener jueces capaces e independientes, sino porque mientras más participantes y menos críticas haya, el trasfondo (los objetivos estratégicos de Morena) se disfrazan mejor.

En medio de todo, Jalisco será el estado que saldrá mejor librado de este equivocado sistema de elección de jueces y magistrados, pues como se ha planteado ya, los candidatos a jueces estatales serán evaluados por paneles de conocedores y expertos en la materia, y seleccionados en base a capacidad, conocimientos, experiencia e idoneidad para el cargo (sin ridículas tómbolas). Al menos en Jalisco, las probabilidades de que la justicia sea aplicada de manera correcta e imparcial serán mucho mayores, lo que se traducirá en un ambiente más propicio y seguro para la inversión y la resolución de conflictos.
 
"La democracia se ha convertido
en un mecanismo legaloide para
aniquilar minorías indeseables".

Yo