''Nouveaux riches”

El partido Morena tiene dos reglas (no escritas) para la protección de sus miembros, particularmente de los más prominentes:
 
1. Los actos corruptos cometidos por alguien de "los suyos" no son un problema ético o legal, son una herramienta política.

2. Cuando la corrupción es del propio bando, se relativiza, se calla o se disfraza de persecución, y cuando es de un rival, se convierte en un escándalo imperdonable.

Esta doble moral no solo erosiona la credibilidad de cualquier discurso contra la corrupción, sino que alimenta la impunidad, normaliza el abuso del poder y perpetúa un sistema en el que la lealtad política y la complicidad están por encima de la legalidad.

¿Cómo se explica que un funcionario público, un diputado o un senador, con sueldos que con todo y prestaciones oscilan entre 100 y 170 mil pesos mensuales, luego de sus gastos de vida normales tengan sobrantes suficientes para pagar viajes en jets privados, automóviles de alta gama, escuelas privadas en el extranjero y múltiples propiedades en zonas exclusivas y en distintas partes del mundo? Las cuentas simplemente no cuadran.

Por un lado, las autoridades en lugar de investigar las sospechas fundadas de corrupción y origen ilícito de recursos, se tapan un ojo, y por otro, los simpatizantes y beneficiarios del régimen en muchos casos hasta lo justifican. Pareciera que les da gusto que a sus representantes les toque ahora el turno de disfrutar lujos y amasar fortunas mal habidas.

Y así es ya. Los políticos, funcionarios y allegados de Morena son los "nuevos ricos" ("nouveaux riches"), los "nuevos corruptos" o "nuevos pirrurris" ("nouveaux pourris") de México, términos que en francés suenan más elegantes y compatibles con sus fatuos estilos de vida.

Sus propiedades, sus vehículos, ajuares, fiestas y viajes fastuosos dan cuenta de riquezas incongruentes con sus ingresos declarados, con sus historias de vida y con el discurso de austeridad y honestidad que pregonan.

Si el gobierno quisiera averiguar el origen de sus recursos sería muy fácil hacerlo. Bastaría aplicar dos conceptos establecidos en las leyes: la figura llamada discrepancia fiscal, que el SAT utiliza para detectar y sancionar casos en los que una persona gasta más de lo que dice que gana, y el de las llamadas operaciones vulnerables, que obligan a comprobar el origen lícito de recursos involucrados en operaciones como la compraventa de inmuebles, vehículos, joyas, relojes, metales preciosos, etcétera, y que están bajo vigilancia de la UIF para la prevención de lavado de dinero y el control fiscal sobre ingresos no declarados. Además, por supuesto auditar las obras y contratos de gobierno "casualmente" adjudicados a empresas de sus familiares y amigos. Los "nouveaux riches" difícilmente saldrían impunes de una investigación fiscal seria.

Es inadmisible que tantas fortunas de políticos pasen inadvertidas para las autoridades, mientras se presume una lucha contra la corrupción desde el discurso oficial. Dicen que no son iguales a los políticos anteriores, pero la realidad demuestra que son iguales o peores.

A Morena le interesa controlar el acceso a la información, la UIF y el Poder Judicial entre otras cosas más, no para reducir la corrupción o administrar mejor la justicia, sino para evitar ser investigados y para que el tiempo corra a su favor y sus delitos prescriban.

No se trata de persecuciones políticas, como ellos consideran los señalamientos que se hacen a sus vidas personales, se trata de aplicar la ley con el mismo rigor que a cualquier ciudadano común, que las fiscalías, el SAT, la UIF actúen con autonomía, sin consideraciones políticas, y que inicien investigaciones sistemáticas sobre los patrimonios de servidores públicos de todos los niveles.

La transparencia no puede depender de declaraciones patrimoniales maquilladas o de un compromiso voluntario con la "honestidad".

En el discurso oficial hay razón, pero no hay congruencia: el país no puede avanzar mientras una élite política siga enriqueciéndose en la opacidad y sin explicar de dónde salen sus fortunas.

Si el sueldo de los políticos no da para el patrimonio que poseen y los lujos que disfrutan, significa que están mintiendo, y si el Estado no los investiga, significa que los está encubriendo. Así de fácil.

"La corrupción es una bacteria que
vive en la obscuridad y muere en la luz".

Yo