Cierto, pero falso

El Inegi reportó que, en México, la población en situación de pobreza disminuyó significativamente, pasando de 46.8 millones en 2022 a 38.5 millones de personas para el año 2024. La cifra total de población en situación de pobreza extrema también se redujo de 9.1 millones a 7 millones entre 2022 y 2024.
Lo anterior es en cierta manera cierto y en otra falso. ¿Por qué digo esto?
Porque el Inegi no mide directamente la pobreza, sino ingresos y empleo. Es el Coneval quien publica la medición oficial de pobreza, lo cual incluye datos no solo de ingresos, sino de carencias sociales.
No quiero regatear logros en materia de reducción de pobreza durante el sexenio de López Obrador, ni de nadie, pero antes de formarse opinión al respecto, y celebrar con bombo y platillo este reporte del Inegi, me parece necesario conocer y estar de acuerdo con la definición oficial de pobreza, pues no solo se refiere a ingresos monetarios.
Desde 2008, México adoptó una medición multidimensional de la pobreza, que combina dos grandes temas: ingresos y derechos sociales. Esto significa en términos generales que una persona se considera en situación de pobreza si por un lado tiene un ingreso menor al valor monetario de la canasta básica alimentaria (línea de bienestar) y por otro, si carece al menos de uno de los siguientes seis derechos sociales básicos: Educación (rezago educativo), Servicios de Salud, Seguridad Social, Calidad de Vivienda, Acceso a Servicios (agua, drenaje electricidad, etcétera) y Alimentación Nutritiva.
Por otro lado, me parece importante diferenciar qué parte de los ingresos que contribuyen a la disminución de la pobreza se deben al aumento al salario mínimo real pagado por las empresas a través de empleo formal bien remunerado, y qué parte a la expansión de los programas sociales, es decir, al reparto de dinero del gobierno, porque hay una enorme diferencia entre recibir un salario y recibir una ayuda.
La información varía según la fuente y la metodología, pero todos los estudios, incluyendo los del Banco de México y del Coneval coinciden en que poco menos de la mitad de la reducción de pobreza (45%) se debió al aumento al salario mínimo y el ingreso laboral real, y la otra mitad (55%) a los programas sociales como Pensión de Adultos Mayores, Jóvenes Construyendo Futuro, Becas Benito Juárez, Sembrando Vida, etcétera.
En mi opinión, solo la primera mitad tiene efectos duraderos. La otra mitad, hay que verla como un alivio temporal, necesario sí, humanitario sí, pero al final se trata de ingresos que solo reducen la pobreza estadística en el corto plazo, no reducen la pobreza estructural en el largo plazo.
Salvo la necesaria y justa pensión a los Adultos Mayores, los ingresos derivados de los programas sociales solucionan la emergencia, pero aumentan la dependencia y alimentan la economía informal que hoy representa nada menos que el 55% de la población ocupada.
En otras palabras, los datos del Inegi muestran que del lado de la población hubo más mendigos (sin acento) que nunca podrán salir adelante por sí mismos y del lado del gobierno hay más méndigos (con acento) que necesitan que siga habiendo pobres a quienes regalar el dinero de todos, de manera que el alivio inmediato de su sufrimiento se traduzca en votos para mantenerse en el poder.
Hacen un bien temporal sí (a quién le dan pan que llore), pero están haciendo un mal permanente tanto a la población más necesitada, que mientras dependa de subsidios nunca saldrá de su pobreza, como al país.
Otra cosa sería si en paralelo a los programas sociales, que son meras transferencias monetarias no condicionadas, el gobierno estuviera haciendo lo necesario para mejorar la educación, el sistema de salud, los servicios básicos de las viviendas, la seguridad jurídica, etcétera, rubros indispensables para el desarrollo social y económico y en los que no solo no hay avances, sino importantes retrocesos.
La única e innegable reducción de pobreza es la de los políticos, familiares, allegados y compinches del régimen. No hay estudios, pero sí evidencias de que a este estrato de la sociedad, la impunidad los sacó de pobres.
"Un cargo público es temporal. Un cargo de conciencia es para siempre".
Yo