¿Es en serio?

Hay días en que México parece una mala comedia.
Durante una sesión del Congreso de Veracruz, la diputada morenista Victoria Gutiérrez Pérez, quien es presidenta de la Comisión para la Atención, Seguimiento y Desarrollo de la Cafeticultura, dijo: "¿...Qué no saben que también en el espacio se toma café?, ¿qué no saben que en el deporte también se toma café?, ¿que en toda la vida del ser humano se toma café? Y se ríen de la ciencia, se ríen de jóvenes que deberían de estar orgullosas, que aquí tenemos en Veracruz grandes científicos que tienen un proyecto: han hecho una nave espacial con manos veracruzanas para el espacio, para Marte, y ellos también, yo les pedí que nos apoyen para demostrar que también en la ciencia y en el espacio, también tiene que estar el aroma de nuestro café..." (sic).
¿Es en serio o es broma? Le pregunto a los morenistas, y en particular a su dirigencia, que es quien elige a personajes como esta señora para representar ciudadanos, dirigir y desarrollar ciudades, estados y en conjunto al país. ¿Es este el nivel de capacidad, educación y cultura que harán de México un país moderno, desarrollado y competitivo con el que Morena piensa crear las condiciones para el bienestar integral de la sociedad y la dignidad prometida a los mexicanos?
Si estas son las ideas y criterios de quienes gobiernan, ¿qué nos espera en las decisiones que no salen a la luz? La broma, lamentablemente, ya no tiene gracia.
Están jugando con el futuro de todos. Colocan a este tipo de individuos en puestos de representación popular, no porque sean buenos para el país, sino porque sirven a sus intereses y votan a favor de todo lo que les permita permanecer en el poder.
Pero a la hora que les toca hablar y proponer ideas propias sale a relucir su incultura, su incapacidad o el cobre, convirtiendo a México en el hazmerreír del mundo.
Discursos y propuestas como la de esta diputada veracruzana no son solo chistes de redes sociales ni sátiras de revistas: son hechos públicos, actos de autoridad dichos con absoluta seriedad por personas que cobran sueldos pagados con los impuestos de los mexicanos y que dilapidan recursos, afectan derechos y perjudican el futuro colectivo.
El problema no es la imaginación -soñar es parte del progreso-, sino la desconexión total con la realidad y las necesidades urgentes de la gente.
¿Quién filtra las propuestas legislativas para evitar que los Congresos se conviertan en foros de ciencia ficción barata o de pleitos callejeros, en lugar de ser espacios para discusiones inteligentes en busca del bien común? ¿Quién vigila que el tiempo y el dinero público no se desperdicien en proyectos imposibles, en discusiones estériles mientras los hospitales carecen de medicinas, las escuelas se caen a pedazos y los mexicanos salimos a la calle con miedo, teniendo que pagar extorsiones para simplemente poder trabajar? ¿En manos de quién estamos?
La risa que provocan estos políticos es amarga, porque detrás de cada nave de café rumbo a Marte hay un sistema que se burla de la inteligencia de los ciudadanos.
Morena y sus representantes llegaron al poder prometiendo una transformación histórica, pero estos episodios muestran que para ellos el país es un laboratorio de ocurrencias. No es solo un asunto de ridiculez, es una falta de respeto a México.
Señora Luisa María Alcalde, presidenta de Morena, a usted, que junto a los demás dirigentes de su partido proponen candidatos para representar y guiar el futuro de México, le pregunto: ¿De veras cree que con personas como esta diputada de Veracruz y tantos otros impresentables funcionarios y representantes populares que designan se podrá construir una sociedad más justa, desarrollada y democrática? ¿Con este tipo de individuos se puede administrar un país y brindar los servicios de salud, educación, seguridad, etcétera, a los que tenemos derecho todos los mexicanos, hayamos o no votado por ustedes?
Si así lo creen, no tengo nada que decir. Ahora, si tienen un poco de dignidad y responsabilidad deberían retirarlos del cargo, hacer un ejercicio de autocrítica sincera y corregir el rumbo, porque en el camino que vamos, es solo cuestión de tiempo que toda la incapacidad y la porquería salgan a flote.
"Un cargo público es temporal. Un cargo de conciencia es para siempre".
Yo