Neuronas vs. testosterona
Al igual que noventa millones de personas más, durante hora y media vi y escuché con atención el debate entre Clinton y Trump. Fue como haber ido al cine a ver una película en la que el bravucón de la escuela se lanzaría sobre la estudiante del año. El final de la primera parte de esta saga fue que Karate Kid ganó. Lo malo, lo peligroso de esta novela política estadounidense, es que no es producto de la imaginación de algún guionista de Hollywood, sino que está basada en hechos reales.
El debate fue una lucha de neuronas vs. testosterona.
Mientras las primeras son células que tienen la capacidad de comunicarse con precisión, la segunda son hormonas producidas principalmente en los testículos de los machos que promueven la agresividad. Sobra decir quién es quién.
El debate sirvió para demostrar que la gestión es un mejor y más seguro camino que el de la improvisación. Clinton analiza y gestiona, Trump improvisa y extorsiona; Clinton sabe, Trump inventa o supone. Me di cuenta además de que Trump reduce todo a dinero.
Si le preguntan acerca de la OTAN, en lugar de entender la premisa que sostiene a este organismo de defensa -"un ataque a uno de sus miembros es un ataque a todos"- y enfocar sus ideas y comentarios en el problema de la seguridad mundial, que en un instante podría acabar con toda la civilización, centra sus preocupaciones en que los países miembros de la OTAN no pagan la proporción que les corresponde de ese gasto militar (faltaría ver cuál es la justa proporción le corresponde pagar a la economía más grande del mundo).
El mundo no es ni puede ser visto como un negocio, pues las sociedades no responden ni reaccionan con base en lógicas económicas. Ninguna cantidad de dinero sustituye vírgenes en el paraíso, la instalación en la Tierra del reino de los cielos, o las ansias de poder de dictadores que lo tienen todo.
Las habilidades mercantilistas de Trump, y por las cuales se siente único, brillante e imbatible, no aplican en las decisiones de gobierno que tienen que ver y ponen en riesgo la vida y el futuro de personas y naciones enteras. Manejar negocios es la única experiencia que tiene, y ha quebrado seis veces.
Un tratado de libre comercio lo reduce a quién vendió más o quién cobró menos, y no lo ve en términos de equilibrios regionales, mundiales o de desarrollo social. No se da cuenta que ganar siempre en todo, a la larga acaba con los jugadores y con el juego. Una analogía de esto la vemos en el juego de Turista o Monopoly: cuando alguien logra ser dueño de todos los países, de todas las gasolineras, hoteles, etcétera, el juego termina.
Pero la testosterona impide tomar decisiones que involucren cualquier tipo de pérdida, y entender que ganar algo todos los días es mejor que ganar todo un solo día. El placer radica en la aniquilación completa de los adversarios, aunque eso signifique a la postre la propia muerte. Individuos como Trump son los que, luego de ganar una guerra, pasan a patear a los heridos.
Confío en el triunfo de las neuronas sobre la testosterona, de la razón sobre el fanatismo.
Mientras tanto, la observación de este proceso electoral en el que los mexicanos no tenemos voto, y si acaso tenemos algo es un poco de voz, es importante, no sólo por las consecuencias sociales o económicas que pudiera tener para nosotros, sino para aprender que en todas partes hay aspirantes a puestos de gobierno que basan sus promesas en mentiras (las intervenciones de Trump en este debate incluyeron 58 mentiras documentadas).
Es importante hacer ver al electorado mexicano (como en este momento los demócratas están tratando de hacer ver al electorado estadounidense) que las promesas del cielo y las estrellas, que muchos políticos hacen para obtener votos, son falacias que sólo sirven para sembrar en el ideario de los menos educados, de los menos informados y de los que menos tienen y más necesitan, datos falsos y soluciones imposibles.
Es curioso que la mente humana funcione así, pero pareciera que cuando no estamos satisfechos con nuestra realidad, cuando más frágil es la situación, bloqueamos las verdades y somos capaces de creer en milagros y votar por ilusiones.
"Es mas fácil vender proyectos que realidades" Yo