Tratado de Libre Religión (TLR)
Hasta ahora las principales respuestas a los ataques terroristas que ha habido se encuadran dentro de la Ley del talión (lex talionis), un principio jurídico de justicia retributiva, y de su expresión mas conocida: “ojo por ojo, diente por diente”. El termino “talión” deriva de la palabra latina talis o tale que significa “idéntico” o semejante, y de donde se deriva el término retaliación que equivale a represalia.No obstante que la justicia basada en una proporcionalidad entre el daño recibido en un crimen y el daño producido en el castigo suena como algo justo y merecido, pienso que no en todos los casos logra el objetivo último, la paz, ya que hay una línea muy delgada entre la justicia retributiva y la venganza. Y aunque siempre habrá que culpar de la violencia al que la inicia, el camino de las represalias nos mete a todos en un círculo vicioso e interminable de venganzas recíprocas. Uno ataca, el otro responde. El primero ataca de nuevo en venganza, y así sucesivamente hasta que las fuerzas de algún lado se agotan, dejando rencores guardados en espera de un momento idóneo para sacarlos de nuevo.
Ahora luego de los recientes ataques en Paris, y los anteriores en Israel, Bali, India, Rusia, Kenya, Londres, Nueva York, Madrid, etc. vuelvo a preguntarme cual es el origen y cómo se podrían parar los atentados terroristas perpetrados en el nombre de algún Dios, cualquiera que fuere, porque parece que hay muchos y cada uno dando por su lado diferentes “instrucciones” a sus fanáticos creyentes.
Y vuelvo una vez mas a responderme, guste o no guste la respuesta, que la religión es tal vez el mas importante componente del terrorismo y de muchas de las guerras y barbaridades que la humanidad ha visto a lo largo de su historia, detrás de las cuales siempre hay torcidos justificantes religiosos. La guerra contra el terrorismo es religiosa, no política o militar. Visto así la solución de fondo radica en el seno de las religiones y no en el seno de los ejércitos. Las estrategias y acuerdos para detener el terrorismo saldrán de cumbres religiosas, no de cumbres políticas o económicas. Lo que hay que bombardear no son ciudades o personas sino creencias que producen violencia.
Es tiempo que los generales y los presidentes callen y dejen hablar entre sí a los papas, a los obispos, a los patriarcas, a los rabinos, a los sacerdotes, imanes, ulemas y ayatolás que dirigen la fe religiosa del mundo, y emiten encíclicas, fatuas y responsas de todo tipo, interpretando en ellas escrituras antiguas y otorgando premios y castigos divinos a sus fieles.
Es tiempo que los premios que cada religión ofrece a sus seguidores sean cancelados si su actuar conlleva violencia o la muerte de otros.
Todas las religiones institucionalizadas deberían renunciar al unísono a al proselitismo y a los intentos para imponer a otros determinadas ideas o creencias religiosas. La libertad de credo, la libertad inclusive para creer en nada, debe ser un valor adoptado y defendido por todas las religiones del mundo y por todos sus líderes.
Porque el problema de las religiones, todas, es que cada una a su manera, intenta imponer a los demás su visión del mundo; lo que enseñan es a no cambiar la mente, y por lo tanto no les gusta y son hostiles a las nuevas ideas, o a nuevos y excitantes datos que motivan, y obligan diría yo, a cambiar modos de pensar.
Es urgente la negociación de un Tratado de Libre Religión (TLR) en el que se impongan sanciones divinas a quienes maten en nombre de Dios; a quienes intenten por la fuerza convencer al otro de que hay una sola verdad, un solo camino, una sola visión; a quienes usen la religión como moneda de cambio, hagan “dumping religioso” o abusen de la fe, y de la buena fe de las personas con interpretaciones falaces o maquiavélicas de textos y preceptos religiosos.
Richard Dawkins en su libro The God Delusion (El engaño de Dios) dice que “el lado oscuro del absolutismo es que no solo no ha muerto, sino que gobierna la mente de buena parte del mundo actual, y peligrosamente mas en el mundo Musulmán”.
“Cuando los misioneros llegaron a África, ellos tenían la Biblia y nosotros la tierra. Y dijeron: cerremos los ojos y recemos. Cuando abrimos los ojos, nosotros teníamos la Biblia y ellos la tierra. Desmond Tutu