Un peligro para el mundo
Debo reconocer que me alegró la noticia de que Donald Trump perdió la primera votación de su partido para lograr la nominación como candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos. Pero no es seguro que la alegría sea duradera. Según analistas políticos los números de Trump aumentarán cuando las votaciones se lleven a cabo en los estados con votaciones abiertas a toda la población.
Ojalá los analistas se equivoquen, y los votantes republicanos no le den la oportunidad de ocupar la presidencia de los Estados Unidos a un demagogo cruel y rudo, a un patán. Y le digo patán no por insultarlo, sino porque la definición de éste calificativo le cae “como anillo al dedo”: Hombre que se comporta de forma ignorante, tosca y grosera.
Si en la campaña presidencial del 2006 López Obrador fue calificado como “un peligro para México”, a Trump debiera calificársele como “un peligro para el mundo”.
El peligro de que una persona como él pueda llegar a ser presidente del país mas poderoso del mundo, es que sus fanáticos seguidores hacen caso omiso de sus mentiras, mientras éstas amplifiquen sus corajes y odios en contra de toda persona, grupo social o país que no encuadra dentro de su concepto racista y discriminatorio de lo que es ser un verdadero ciudadano americano o un competidor legítimo.
Trump ha utilizado todas las mentiras y argumentos que logran sacar odios y resentimientos de buena parte de la población estadounidense, al señalar como culpables de todos los males y desgracias de su país a los inmigrantes, particularmente a los mexicanos.
Y como siempre ocurre, en los momentos de crisis aparecen los oportunistas, curanderos, astrólogos y religiosos sin escrúpulos con explicaciones y soluciones mágicas para todos los problemas. ¿Deportar a 12 millones de personas? ¿Una pared a lo largo de toda la frontera con México? ¿Impedir la entrada de musulmanes? ¿Impedir que empresas norteamericanas se instalen en México o en China?
Trump es uno mas de esos “curanderos políticos” que basan su campaña en los problemas del momento y de ellos extraen sus frutos.
Hitler identificó a los “causantes” de los problemas de Alemania, y propuso la solución: eliminarlos, literalmente. Trump culpa a los inmigrantes mexicanos y plantea la solución: desterrarlos. Culpa a los países que compiten exitosamente en el comercio internacional, y plantea la eliminación de tratados y acuerdos comerciales.
Trump es un peligro porque para él los problemas se solucionan eliminando sin miramientos ni consideraciones de ningún tipo, todo y a todos los que le estorban, y porque utiliza la fe fanática en contra de una imaginaria conspiración contra el pueblo norteamericano. En el caso de Hitler, la supuesta conspiración fue judía; en el caso de Stalin, los conspiradores fueron los capitalistas; en otros tiempos, los conspiradores han sido los comunistas, los francmasones, los jesuitas, los illuminatis, los liberales, etc. Ahora los conspiradores somos los mexicanos, los musulmanes y los chinos.
Los argumentos de Trump, no son diferentes a los utilizados por personajes como López Obrador, Castro, Chávez, Maduro, etc.
Gustavo Godoy, en su artículo “La teoría histórica de la conspiración” decía que en el discurso de los líderes populistas “el mundo está repleto de enemigos internos y externos que solo quieren causar daño a la gente. El pueblo siempre es inocente y debe todas sus desgracias exclusivamente a los malvados conspiradores. Luego surge de las entrañas de la resistencia un ser superior como encarnación del pueblo mismo, quien con la ayuda de todas las fuerzas del bien, luchará una guerra santa que conducirá a la inevitable victoria final donde la comunidad de fieles gozará de una larga era dorada de paz, prosperidad y fraternidad”.
La verdad es que los megalómanos de todos los tiempos idean atractivas fantasías para seducir rebaños confundidos y desorientados hacia sus planes personales de poder y gloria. El enemigo decía Godoy, vive en nosotros. Es dentro de nosotros donde hay que luchar por el verdadero mejoramiento de las cosas.
“ I speak with an accent, but I don´t think with an accent“ frase adoptada de la película “A walk in the Clouds”.